A veces el cielo, a veces el infierno

Creo que desde que se incendió la fábrica de matafuegos las cosas ya no son iguales. Me llamó mucho la atención aquellas llamas ardientes que brotaban desde el interior de aquel lugar, solo porque brillaban en tus ojos una y otra vez. Se escuchaban gritos, gente correr, lugares sin sentidos, gente, gente y más gente. Pero es así, no estamos preparados para todo, no tenemos todo lo que necesitamos o quizás lo que tenemos no lo sabemos utilizar, y quizás al pobre empleado nunca le dieron las instrucciones de como usar un matafuego, quizás porque era tan obvio que se hizo olvido. Tal vez allí en el olvido es en donde tenemos lo que nos hace tanto falta, lo que nos es imprescindible, solo por miedo o quizás tal vez por no poder encontrar un lugar para cada matafuego en nuestros corazones.
Aquel día lo recuerdo como si fuera hoy, ni un muerto, ni un herido, solo fuego. Seguramente las llamas tenían un sentido, o tal vez soy yo el que le busca la quinta pata al gato. Ese gato negro que salió despavorido al ver como su "hogar" ardía en llamas en el medio de la tierra y como sus sueños se hacían añicos en el medio del infierno, mientras buscaba un nuevo cielo para vivir. Sólo por la ignorancia, por la ignorante excusa de no saber usar un matafuego, por la ignorancia del "tire y empuje", por una puerta cerrada que a veces no te atrevés a abrir. Y hoy es todo fuego, es todo llamas, es todo ardor, y quema por dentro, como quema.
Lo que nunca nadie logró entender es que aquella fábrica de matafuegos estaba abandonada, que aquel lugar era un simple refugio de un gato que iba de bar en bar buscando su fernet, que aquel lugar se incendio porque ya era hora de quemar sus hojas del pasado y vivir de nuevo el presente. Y que tal vez y solo tal vez la llamas iban a ser un nuevo mundo, un nuevo "infierno" ardiendo en sus corazones.

"El infierno está encantador esta noche"

Lírico Irónico
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Este es el aguante