La angustia certera de no encontrar el rumbo, el rumbo certero de no encontrarte, el encuentro tardio de no cruzarte, el cruce vacío de dos almas en soledad y armonía. El vacío sentado sobre un duro y áspero banco de la plaza viendo a las palomas volar alrededor de eso que ellas creen su casa. Aburrimiento que te lastima el obtuso sentimiento de sentir el no sentido de este prólogo tan cobarde. Cobardía la mia de no decirte lo que me pasa, miedo a equivocarme. Miedo que se propaga hasta el infinito, un infinito que se transforma nuevamente en vacío y todo es así, la vida es una ruleta que siempre cae en el mismo lugar. Si ese lugar no sería tan amargo y frío, tan parecido a la cancha de boca, sino fuera así yo le pondría todas mis fichas al colorado 14.
Momentos que no llegan a ser momentos, no se transforman en agua porque les falta el oxígeno, oxígeno que no voy a conseguir sino me animo a volar. Vuelo que te puede llegar a costar más de lo que pensas y pensamiento que te carcome el cerebro, que te repica como redoblante de batería, la misma que suena después de haberte tomado un par de negros de más la noche anterior a esta, noche que por cierto (y como siempre) le faltó el momento. Uno pone como siempre para no quemar todas las fichas y no decir que noche fue. Las noches son todas iguales oscuras.
La mística tarde te encuentra pensando en que ya llega la noche y que mañana será la misma rutina, una rutina que me destruye la mente, que me satura el alma y que hasta a veces me hace pensar que debería cambiar de rumbo y ponerme a estudiar alguna parte social de la vida o al menos hacerme algún estudio mental que me diga al punto de saturación que he llegado. Punto extremo de soledad y también de sabiduría, cambios, se necesitan, objetivos, se necesitan, deseos, para que si no se cumplen. Etcétera, etcétera. Señal que te he perdido, señal que me he perdido, señas que me has perdido, elegí vos.
Momentos que no llegan a ser momentos, no se transforman en agua porque les falta el oxígeno, oxígeno que no voy a conseguir sino me animo a volar. Vuelo que te puede llegar a costar más de lo que pensas y pensamiento que te carcome el cerebro, que te repica como redoblante de batería, la misma que suena después de haberte tomado un par de negros de más la noche anterior a esta, noche que por cierto (y como siempre) le faltó el momento. Uno pone como siempre para no quemar todas las fichas y no decir que noche fue. Las noches son todas iguales oscuras.
La mística tarde te encuentra pensando en que ya llega la noche y que mañana será la misma rutina, una rutina que me destruye la mente, que me satura el alma y que hasta a veces me hace pensar que debería cambiar de rumbo y ponerme a estudiar alguna parte social de la vida o al menos hacerme algún estudio mental que me diga al punto de saturación que he llegado. Punto extremo de soledad y también de sabiduría, cambios, se necesitan, objetivos, se necesitan, deseos, para que si no se cumplen. Etcétera, etcétera. Señal que te he perdido, señal que me he perdido, señas que me has perdido, elegí vos.
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lírico irónico
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Qué-belleza. Me quedé atrapada en la cadencia de tus oraciones... Hermosa sucesión de pensamientos encadenados.
Felicitaciones.
Ana.-
http://verboamanda.blogspot.com