Waiting in vain for your love.

La casa es mia, yo decido quien entra y quien no, ¿por qué? porque tengo la llave y eso me hace dueño y me da derecho a hacer frutos de ella, con mi título de propiedad a cuestas obviamente. Porque prestarte mi casa, yo quiero vivir solo en ella, porque dejarte conocer mi living, mi baño, mi cama. En este lugar no debe pasar cualquiera, solo aquel que tenga la llave o que en su vida tengo derecho o simplemente la humildad de pedir permiso, de tocar el timbre o por lo menos de pedir una soga. Una mano no se le niega a nadie, pero nadie te la tiende cuando la necesitas. Dicen que los amigos visitan tu casa de vez en cuando y la felicidad yace en tu puerta, eso es verdad. Pero a veces la casa esta sola, vacía, eterna e infinitamente perdida en el universo inexistente de nuestra galaxia. La casa busca una adyacencia, una medianera que deje de ser medianera y se transforme en un todo, todo que llegue a lograr que nuestras mentes logren rozar el olvido y llegar a donde nadie estuvo. Por eso todo tiene un ciclo, todo nace, crece y muere pero hay recuerdos (hay lugares en tu casa) que no podés olvidar porque ahí disfrutaste tantos momentos que jamás olvidarás. Pero todo es efímero porque se olvida rápidamente, se lo lleva el viento y queda como aquella hoja seca en aquel otoño que ya ni recuerdo cual es, seca y marrón como sorete de perro viejo. Por eso la casa se reserva el derecho de admisión y principalmente de permanencia.
Permanencia, no todo lo que entra tiene que salir, a veces hay cosas que no se van nunca. Pero voy a aprovechar mi segundo y último párrafo, hoy serán dos porque la agonía de turno no me permetía poner lo anterior en dos partes iguales con una cantidad equilatera de lugares al cuadrado dando sumado la punta del árbol aquel que jamás llegué a trepar pero te juro que algún día me voy a hacer un placard, y sabelo me voy a tirar(encima tuyo, salte tigre, salte). Segundo párrafo dedicado a vos, a vos que hoy te destruí en pedazos, te hice trizas bajo la lluvia de esta primavera calorusa y deje ahí tirado como si fueras una cosa más en la vida. Tu acorazado quedó partido en mil pedazos, destruído por mi no maldad, por mi intento de esquivarte, por tener los ojos llenos de lágrimas (efecto de la lluvia), por maldecir a la suerte, y por tantas otras cosas que ya ni me acuerdo que sucedieron hoy a la tarde. Por todo eso y porque te pisé con la bicicleta te mil pido disculpas caracolito de la escuela industrial, iba apurado y no te vi, estaba mojado, lo siento mucho. Igual ustedes se reproducen rápido guachos, hay una parva de donde saliste. Mis disculpas y mi ironía para usted mi amigo (o no tanto). Ahora si cambiamos casa por corazón y a dormir en paz.

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lírico irónico


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Este es el aguante