deduen

Y ese sin sentido que te escribe las paredes de donde sale, ese sin sentido que habla mudamente sin saber lo que querés, esa parte que llena tu alma de preguntas. Preguntas que ni el más sabio podría responder porque yacen en nuestros seres y mueren en nuestras estúpidas respuestas a algo que no existe. Hoy veo duendes, duendes que me hablan al oído diciéndome cosas que no entiendo, duendes que gritan a mis espaldas y no me dejan disfrutar del frío de la noche, ¡malditos duendes que hacen acá!. También veo gritos de represión por todos lados, veo notas musicales acarreando mi alma hacia el más allá, voces y más voces, voces que gritan desaforadas desde adentro. ¿Será que quieren salir? que carajo me está pasando, esta locura permanente se está transformando en realidad, realidad que me lastima y a su vez me gusta. Seremos tan "bipolares" los seres humanos o solo una manga de masoquistas que nos gusta sentir el dolor en el mejor lugar, en el centro del alma.
Ya las paredes parecen tomar su color normal, verde, un lindo verde que quizás no tuve el gusto de elegir pero que si representa mi inmadurez. Ahora es el techo, el techo del cual caen gotas, y no es que quiera VER GOTAS, es que el techo es un colador, no entiendo porque es así. Ahora gritan mis paredes, me dicen que no hay solución, que la cura está demasiado lejos y que me conforme con vivir 10 años más ¿y para qué hacerlo? si el sentido de mi vida está en el techo, un techo que en un abrir y cerrar de ojos dejó de ser colador para convertirse en cielo abierto, LIBERTAD LIBERTAD LIBERTAD.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir, a mi que me dejen salir por el techo porque las paredes ya ni gritan ni escriben se me vienen encima, me están encerrando, no lo comprendo. La vida es como una casa vieja sin puertas, si no tiras el techo no podés salir. Y para que salir si acá estoy bien, para ver un poco más allá, ya no quiero hablar con mis paredes, este eco no me habla más. Que ironía querido amigo, ahora las paredes tienen espinas, el techo ya no está, la lluvia ya pasó y hay como 20 duendes tirandome una soga para poder escapar de esta prisión. Ahora entiendo sus gritos, sus plegarias y sus ilusiones. Cada uno tiene un duende interno, duende que puede medir más que Scola o menos que Nelson, pero duende que te cuida y te sigue a donde vayas. Por eso cuando un duende te grite y tus paredes opriman tu pecho vas a entender que a palabras necias, oídos sordos.

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lírico irónico
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Este es el aguante